El entierro de la radioafición.

Recuerde el alma dormida

avive el seso y despierte

contemplando,

cómo se pasa la vida

como llega la muerte

tan callando...

 

Casi sin darnos cuenta, estamos siendo testigos en las primeras décadas del Tercer Milenio de la agonía de las comunicaciones por radio analógicas y se van imponiendo las digitales.

 

Dentro de esas manías raras y un poco reprobables por macabra, se encuentra la mía por disfrutar dando paseos por los cementerios leyendo las inscripciones de las lápidas de esos que hicieron QRT definitivo.

 

Hace un rato he llegado tras un triste paseo al cementerio de mi pueblo, al que llamamos todos "el cortijo de los callados" por la fachada del siglo XIX de este que recuerda las tradicionales casas de labor en la Vega del río Guadalquivir.

 

Fachada principal del cementerio de San Antonio, Peñaflor, Sevilla, España
Fachada principal del cementerio de San Antonio, Peñaflor, Sevilla, España
fachada principal cementerio de San Antonio, la antena está a la izquierda de la imagen
fachada principal cementerio de San Antonio, la antena está a la izquierda de la imagen

Y he "volcado" unas cuantas fotos del lugar. Aunque recuerdo de "toda la vida" ver en el cementerio esa antena para la banda de dos metros, es ahora, con conciencia de radioaficionada cuando de verdad sé lo que significa.

 

 

Es curioso, pero al principio me resultaba simpática la idea de que hubieran instalado un equipo de dos metros en el cementerio por si algún difunto tenía necesidad de comunicarse con los vivos. Más aún a sabiendas de ese pundonor hacia los temas funerarios en nuestra cultura y de que era poco probable que fuera esa la causa de que hubieran instalado allí algo así con tal fin.

 

      Hace poco harta de tantas preguntas e hipótesis un poco idiotas, me animé a preguntarle al actual sepulturero acerca de la antena y el significado de esta. Me habló del anterior sepulturero, me dijo que él vivía en el cementerio, donde hay una casa con todos sus arreglos.

 

El sepulturero era radioaficionado, y según cuentan antes de jubilarse y abandonar la vivienda del cementerio llegó a tener varias antenas de diferentes bandas. No supo decirme por qué desmontó todas excepto la que había quedado, de la banda de dos metros.

 

Pero ahí estaba una antena de cuatro radiales pequeña, coronando la fachada del cementerio de mi pueblo y sin saber qué significaba y por qué todas fueron desmontadas y esta no. Otro misterio de radio que bien vale una visita del equipo de Cuarto Milenio.

 

Ahora con otros ojos la miro y pienso "no es mal sitio para montar una estación de radio" ya que es dentro del núcleo urbano es el punto más elevado.

 

 

Pero este cementerio cuenta con otra torre de antenas, pero de telefonía móvil. Tal vez instalada en este sacro lugar porque era en el único punto donde los vecinos no protestarían.

 

Cuando viene alguien a mi pueblo suelo decir en tono de broma "esa torre es mía, lo que pasa es que se la he prestado a Orange porque yo tampoco la necesitaba" ya que se puede ver desde cualquier punto del término municipal debido a su ubicación.

 

Aquí la instantánea del repetidor de Orange visto desde el interior del cementerio.

Entre meditaciones e ideas ingeniosas de carácter humorístico, viendo las fotos me da por pensar acerca de cómo se está tratando en estos momentos las radiocomunicaciones. ¿Estaremos haciendo lo correcto? ¿Qué pasa con esas antenas ya silenciadas que coronan las azoteas de las casas, chalés y bloques de pisos?

 

¿De verdad la radioafición puede estar muerta? ¿Cuás será la proxima antena en desuso que temine en el cementerio, en el contenedor o en el carro de los rumanos?

 

En fin, creo que Iker Jiménez se sentiría orgulloso de esta entrada.