Filosofía de Pueblo

Hace unos 6 meses fui a visitar a un compañero de radio en un pueblo cuyo nombre no recordaré de nuevo. 

Conforme me bajo del autobús diviso al fondo de la calle una gran torre coronada con varias antenas en sendos brazos para diferentes bandas que supuse pertenecerían al compañero al que iba a visitar después de vernos en vertical en varias ocasiones y haber mantenido contacto por radio e Internet.

Camino despacio sin perder de vista la tremenda estructura radiante en medio del pueblo hasta que llego al bloque, busco el número del porterillo y llamo. Me atiende la señora del compañero la cual me saluda cordialmente, pues no era la primera vez que me veía.

Tras los saludos de rigor, el rato de charla comentando asuntos personales y de radio, nos dirigimos los tres al cuarto de radio a verlo con mis propios ojos puesto que en fotos no apreciaba nada que delatase los fallos en los equipos que él me venía comentando desde que nos conocimos.

Llego al cuarto de radio y todo impecable: equipos limpios, perfectamente ubicados con todo lujo de detalles en la mesa de trabajo (estañadores, resistencias de carbón perfectamente ordenadas y a pares, por si acaso). Como decimos los de pueblo, no faltaba "de ná".

Me comenta el propietario con voz de indignación, "Es que no sé qué pasa, que no se me escucha, no tengo potencia de salida y la señal me llega mal y tengo los equipos con muchas estacionarias".

El buen señor había mandado a reparar dos emisoras de diferentes bandas, ambas con problemas de finales y con las estacionarias por las nubes, en todo el tiempo que llevaba y ya había hecho de todo para arreglar la situación. Las diferentes fuentes de alimentación estaban funcionando correctamente, así que ya se daba por vencido con la búsqueda de soluciones al problema.

Reviso atentamente toda la instalación del cuarto de radio: entradas de los cables, pls, enchufes, interruptores... y no había nada fuera de lo normal que hiciera sospechar una posible falla en la instalación o en algún otro lado.

Le pido que encienda por favor alguna de las emisoras para ver con mis propios ojos que lo que dice es cierto y, efectivamente, si apenas recibe y las estacionarias al máximo de escala. Sin más idea de qué podría pasar, empiezo a dar vueltas mirando fotos y trofeos que había conseguido desde su antigua instalación y me llama la atención el reportaje fotográfico de la instalación de las antenas en su nueva casa ya que él solo aparece en una foto con dos "antenistas" pero que él ni tan siquiera había puesto ni el cemento de la base de la torreta.

Desde la calle la instalación era imponente y podía divisarse desde todos los puntos del pueblo. Mientras nos disponíamos a subir a la azotea para "admirar" el excelente trabajo de instalación, el orgulloso propietario me contaba las cualidades de sus antenas y el hecho de que se había empleado el mejor cable antipérdida y el más caro.

Cuando abre la puerta de la azotea, me quedo enmudecida con la bellísima estampa de las antenas perfectamente colocadas en la torreta y voy caminando lentamente hacia la mastodóntica instalación admirando semejante cosa y anonadada con las palabras de orgullo de su propietario hasta que, de repente, me vi de bruces en el suelo.

 Con las manos en la tierra, y también mis gafas, vi que había "algo" enredado en una de mis piernas. Me pongo las gafas y veo en el suelo un montón de cable coaxial enrollado de forma simétrica alrededor del suelo de la torreta.


Pregunto al propietario extrañada, pues no me esperaba ver eso y menos después de escuchar las alabanzas acerca de las excelencias de su instalación.

La explicación, por lo menos, fue un tanto insólita y sorprendente: "cuando monté la instalación lo hice a base de bien, no escatimé ni en gastos ni en materiales, así que le dije a los antenistas que echasen cable de sobra, que por dinero no era". 

Francamente sorprendida por tan insólita situación y sin respuestas adecuadas para darle al compañero después de verlo tan orgulloso y feliz con su "superinstalación", fui saliendo de la maraña de cable coaxial que invadía los pies de la torreta.

Ya de nuevo en el cuarto de radio, le expliqué de manera sutil y cautelosa, temerosa de ofenderlo a él y a sus "antenistas", dónde podía residir el problema de su estación. Tras unos minutos de ceño fruncido augurante de un enfado, comprendió que yo estaba siendo dincera y coherente con mis argumentos de fallo.

Para sacarlo de dudas, le pedí que por favor, me dejase probar a ajustar uno de los cables a la medida que yo considerara oportuna para la instalación. A regañadientes, me dejó cortar lo que le sobraba a uno de los cables coaxiales que llegaban al cuarto de radio y colocarle un pl nuevo.

Con su ayuda, él en la azotea tirando cable y yo en el cuarto de radio, pudimos dejar el cable que comunicaba la antena y el equipo "a su amor" quitando más de diez metros de cable innecesario y que haciía las veces de choque provocando estacionarias y pérdidas de señales de recepción y de emisión.

Terminada la primera intervención, hicimos la primera prueba. Magia: las estacionarias habían pasado de estar en el máximo de la escala a no sobrepasar el 1.5 en la primera instalación que estábamos revisando. Preparados para la primera prueba de recepción, buscamos alguna estación y nos dispusimos a solicitar un control.

Localizamos el QSO local en la banda de dos metros, banda a la que pertece la primera instalación intervenida, y nos dispusimos a solicitar un control. Todo correcto: transmisión bien y recepción impecable.

Hecha esta primera prueba, hicimos lo siguiente con el resto de los cables, dejando solo el cable necesario, "no para que sobrara una barbaridad" dejando como resultado un montón de rollos con varios metros de cable coaxial inútil que bien pudiera ser utilizado para instalar más antenas o hacer latiguillos para estaciones portables o de barra móvil.

Tras invertir una tarde entera y buena parte de la noche en quitar cable y resoldar PLs, el siguiente día fue un día ajetreado de pruebas de instalaciones y equipos.

Ahora ya estan las estacionarias bien, puesto que las antenas estaban colocadas y ajustadas perfectamente a las bandas en las que trabajaban. Tan solo faltaba saber dónde colocar los más de 50 metros de cable coaxial enrollados por trozos que nos habían sobrado.

La mejor solución era que lo dejase debajo de la mesa de radio y que lo fuese usando si decidía montar de nuevo la antena y los equipos de radio en el coche o si quería hacer algo en portable.

 Como recuerdo de aquella curiosa intervención, supongo que más de uno se habrá imaginado cuál sería mi trofeo... Efectivamente, me quedé con unos de los rollos de cable sobrantes para mi uso y disfrute.

Las 10 preguntas de oro.


1. ¿Quiénes fueron los "antenistas"?
2. ¿Aparecería en las memorias que hay que presentar en Teleco los cables y la largura de los cables?
3. En el tiempo que tuvo esta instalación ¿no fue ningún compañero a visitarlo y ver la instalación?
4. Y si fue algún compañero ¿le dijo algo o se fijaría en el exceso de cable coaxial?
5. Siendo un radioaficionado con más de 20 años de experiencia ¿nunca habría aprendido que no es bueno tener excesivo cable y menos enrollado en una instalación de radio?
6. ¿A ninguno de los contertulios de los QSO que mantenía el propietario se le pudo ocurrir que el fallo podría estar en el cable?
7. ¿Alguien sabe los números de carné de los dos "antenistas"?
8. ¿Habrá influido la filosofía de pueblo "tú echa de sobra por si acaso" a la hora de poner el cable?
9. ¿Viene escrito en alguna parte que no es muy bueno que se diga que se ponga excesiva cantidad de cable no necesario? Y si lo hay ¿este compañero y los instaladores no lo habran consultado?
  10. Los intaladores si sabían que no es bueno hacer esto harían esto solo por dinero? ¿o qué otro motivo les llevaría a hacer semejante chapuza?